Si analizamos la definición de higiene, podemos ver la estrecha relación que guarda con la salud: Por un lado, higiene son todas las técnicas que aplicamos para el cuidado personal y que inciden positivamente en la salud, previniendo enfermedades e infecciones. Por otro lado, es la parte de la medicina que trata de prolongar la vida, conservando la salud de las personas. Además, si buscamos su etimología, la palabra higiene proviene del término griego “Higieya”, que era la diosa griega de la salud. Con todo, podemos afirmar que la higiene es indispensable para tener una vida saludable.
Evolución de la higiene a lo largo de la historia
Las primeras civilizaciones en las que podemos observar unas buenas prácticas de higiene son la egipcia y en la Grecia antigua. Los egipcios cuidaron mucho todo lo relacionado con la higiene y la salud pública. Los griegos comprobaron que la higiene, la alimentación y unos hábitos correctos contribuían a mantener un adecuado nivel de salud.
Pero fue la cultura romana la que le dio un gran auge a la higiene, con grandes obras de ingeniería que beneficiaron a la salud pública, como alcantarillado, baños de agua caliente, sepulturas, etc. Además, las casas incorporaban una habitación con agua para el aseo, e incluso las casas nobles poseían una habitación con bañera.
En la Edad Media los baños en viviendas particulares estaban reservados a la nobleza y gente adinerada. Para los demás, existían numerosos baños públicos a los que se acudía de vez en cuando. Aunque no se bañaban diariamente, hay que decir que sí se aseaban lavándose las manos y la cara, y a veces con un paño húmedo por otras zonas. Pero, los baños públicos, estaban mal vistos, sobre todo por la Iglesia, y, con el paso de los años, fueron clausurados.
En el renacimiento la enfermedad no se combatía con la higiene. El uso de perfumes y friegas en seco reemplazaron al agua, la cual sólo se empleaba en las partes visibles (manos y rostro). Las partes del cuerpo que permanecían tapadas no era necesario limpiarlas.
En el siglo XVIII, la gente se lavaba poco y lo hacía en seco, evitando el uso del agua. Se tenía el convencimiento de que el agua era insalubre, especialmente la caliente, por lo que las personas podían pasar toda su vida sin darse un baño. Se creía que permanecer en remojo facilitaba la entrada de enfermedades, por lo que evitaban bañarse. Cuando se bañaban, hasta bien entrado el siglo XIX, lo hacían con una especie de camisa o con su propia ropa interior.
Un hito importante con el aseo de manos en medicina ocurrió en 1847: el médico húngaro Ignaz Semmelweis observó que la mortalidad entre las parturientas atendidas por obstetras era hasta cinco veces más alta que en para las atendidas por matronas. Lo relacionó con el hecho de que los médicos y aprendices atendían a las mujeres en el parto tras analizar los cadáveres y sus vísceras en la sala de autopsias, por lo que propuso lavarse cuidadosamente las manos con una sustancia clorada, reduciéndose un 20% las muertes. Pero los médicos de la época no vieron con buenos ojos que se les culpara de las muertes de estas mujeres, por lo que sus ideas fueron rechazadas. Las recomendaciones de Semmelweis solo fueron aceptadas después de su muerte, cuando Louis Pasteur confirmó la teoría de los gérmenes como causantes de las infecciones, implantándose los métodos de asepsia y antisepsia en cirugía.
La higiene fue instituida como rama de la medicina a principios del siglo XX con el fin de prevenir enfermedades y conservar la salud física y mental de las poblaciones. Gracias a la concepción de la higiene como ciencia se lograron prevenir muchas enfermedades en diferentes países. El acceso a servicios básicos como la luz, el gas o la electricidad contribuyen a la mantener la higiene personal y urbana.
Higiene sanitaria
La higiene sanitaria son todas las medidas que se llevan a cabo en los centros sanitarios para prevenir infecciones y combatir los riesgos para la salud de pacientes y profesionales, como: la limpieza corporal del paciente, la limpieza de las mucosas externas, el mantenimiento correcto de los utensilios utilizados en prácticas sanitarias, el lavado de manos de los profesionales, etc.
La higiene ambiental en cualquier espacio, y especialmente en el ámbito sanitario, contribuye en gran medida al control de las infecciones. Se ha estimado que más del 5% de las personas que pasan o ingresan en un hospital han contraído alguna infección en las instalaciones, por ello se considera que, todo lo que rodea al paciente debe ser sometido a una limpieza rigurosa. Este concepto es muy importante en sanidad: Llamamos infección nosocomial a cualquier infección que adquiere el paciente mientras está en el centro sanitario y que ni la tenía ni la estaba incubando antes de entrar en el centro sanitario. Por lo que la higiene sanitaria cobra especial importancia en evitar este tipo de infecciones.
La higiene sanitaria supone la coordinación de la higiene personal y la limpieza y desinfección de utensilios, espacios y ambientes hospitalarios. Así, se llevarán a cabo acciones de higiene a estos tres niveles: pacientes, materiales utilizados y entorno.
La higiene del paciente hospitalizado se realiza con la finalidad de preservar la piel y las mucosas en buen estado, de esta manera conseguimos que lleven a cabo su función protectora correctamente. El equipo de enfermería es el encargado del mantenimiento de la higiene del paciente, en seco o en húmedo, y vigilar durante el aseo la existencia de heridas y la prevención de úlceras por presión.
La limpieza y desinfección del material hospitalario es esencial para llevar a cabo las labores dentro de un hospital o una clínica. En un hospital se trabaja mucho con materiales de un solo uso, como por ejemplo los guantes, las gasas, … pero también hay materiales que se reutilizan, como material quirúrgico, sábanas, etc. En los materiales reutilizados, son muy importantes los procesos de desinfección y limpieza de material hospitalario y los de esterilización. Estos procesos se realizan a diario porque la ausencia de higiene puede aumentar la posibilidad de infecciones en pacientes.
El proceso de esterilización destruye cualquier tipo de forma de vida existente, incluyendo las esporas. Un buen ejemplo de esterilización es el que se aplica a instrumentos quirúrgicos mediante el autoclave.
La desinfección consiste en la destrucción, eliminación o inhibición de todos los microorganismos patógenos. Sin embargo, con ella no se eliminan totalmente las formas microbianas, ya que las esporas no desaparecen con esta acción. Un ejemplo de desinfección es la limpieza de un inodoro.
Podemos definir limpieza como la eliminación de cualquier material ajeno al producto mediante un procedimiento fisicoquímico. En este proceso se utilizan agua y jabón o detergente y se realiza un lavado o cepillado.
Higiene del entorno
En cuanto a la higiene del entorno debemos mantener una limpieza rigurosa de las instalaciones, cuya finalidad es eliminar y retirar de las superficies inertes la suciedad que sirve de soporte y nutriente a los microorganismos, por medios mecánicos y físicos.
Así, manteniendo una correcta higiene sanitaria conseguimos minimizar el riesgo de infecciones. También es importante recalcar la importancia del establecimiento y seguimiento de protocolos en materia de higiene, tanto en cómo se debe actuar sobre el paciente, materiales y entorno como la existencia de protocolos de desecho del material sanitario y de los residuos clínicos. El ordenamiento jurídico español no dispone de normativa específica sobre la gestión de residuos sanitarios, siendo aplicable el régimen general en la materia reflejado en:
- Ley 22/2011 de Residuos y Suelos Contaminados.
- Real Decreto 833/1988 sobre residuos tóxicos y peligrosos.
- Ley 11/1997 de envases y residuos de envases.
Y en el ámbito autonómico el Decreto 460/1997 residuos sanitarios por el que se establece la normativa para la gestión de los residuos de los establecimientos sanitarios en la Comunidad Autónoma de Galicia.
Lavado de manos
La higiene de manos es una de las medidas más sencillas y costo-efectivas de higiene sanitaria para la prevención de las infecciones y para evitar la transmisión de bacterias multi-resistentes. En los últimos tiempos, se ha asumido como una rutina de higiene normal, reduciendo la transmisión de infecciones. Estos son los pasos básicos para un correcto lavado de manos:
- Aplicar jabón y frotar las palmas entre sí
- Frotar la palma de una mano contra el dorso de la otra, entrelazando los dedos
- Frotar las manos con los dedos entrelazados
- Frotar el dorso de los dedos de una mano contra la palma de la mano opuesta
- Rodear los pulgares con la palma y frotar con un movimiento de rotación
- Frotar la punta de los dedos contra la palma, haciendo un movimiento de rotación
- Frotar las muñecas
- Enjuagar con abundante agua y secar con una toalla de un solo uso.
Si trabajas en el sector sanitario ya te manejas en todos los protocolos se higiene sanitaria que hemos comentado, pero quizá puedas ampliar tu formación en cursos específicos para este sector laboral.