Especialización:
- Al enfocar selectivamente tu actividad laboral en lo que más te gusta, tienes más motivación y energía para realizar dicho trabajo.
- Tras un tiempo o experiencia dedicándote exclusivamente a esa tarea, se te considerará un experto en el sector o materia concreta. Con la posibilidad de aumentar tu salario en consecuencia.
- Al movernos en un sector muy concreto nos será más fácil crear lazos laborales en dicho sector, abriéndonos más caminos o al menos ponérnoslo más fácil.
Diversificación:
- Al no apostar por ofrecer un único servicio, tienes más alternativas que aseguran tu situación laboral y económica.
- El rango de potenciales clientes aumenta.
- Es más probable que, al aumentar la variedad de los proyectos en los que participes, te canses menos de hacer siempre lo mismo.
¿Una cosa quita la otra?
Si bien es cierto que cada concepto tiene sus pros y sus contras, poco se ha hablado de la posibilidad de que ambos coexistan y sean compatibles el uno con el otro.
Por ejemplo, puedes especializarte en un área en la que tengas grandes conocimientos y habilidades y a la vez estar atento a otros sectores que se adapten a tu perfil a los que puedas aportar desde tu experiencia. Y viceversa, habiendo diversificado tu experiencia buscar un área concreta en la que desees profundizar para así crecer.
Pero claro, debes tener cuidado al asumir proyectos en los que no puedas garantizar un trabajo de calidad. Hay una gran posibilidad de que no te convenga la competencia con otros profesionales expertos en su campo que sí saben específicamente cómo hacer su trabajo y marcan la diferencia. Evaluar estas situaciones es muy importante.
¿Qué camino escoger?
Como hemos visto, ambos conceptos son totalmente válidos, útiles y compaginables en diferentes ocasiones. La clave está en categorizarlos teniendo en mente que estrategia es mejor para tu crecimiento personal y laboral. Visualizar tus intereses, objetivos, habilidades y necesidades del mercado te ayudará a tomar la decisión acertada.