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Adaptarse a las necesidades del alumno para educar en valores

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Martes, 17 Julio 2018 10:30 Escrito por

El periodo de la vida más decisivo es la infancia. Durante la infancia el cerebro tiene una gran plasticidad que facilita el aprendizaje. Para los adultos, en cambio, resulta más difícil cambiar su forma de ser y sus creencias más arraigadas. La formación recibida durante la infancia marcara para bien o para mal el resto de la vida. Por eso hay que prestar especial atención al educar en valores a los más jóvenes.

Sin embargo, la educación en valores es probablemente la más difícil de inculcar de forma adecuada. En gran medida las demás áreas del conocimiento se imparten a los alumnos de manera controlada en una única asignatura. La asignatura “Valores Éticos” pretende aplicar ese mismo modelo para educar en valores. Sin embargo todo el entorno del menor juega un papel para su educación moral.

Debido a que vivimos en la era de la comunicación el menor recibirá irremediablemente mensajes contradictorios. Esto unido a que a esta edad los jóvenes están intentando autodefinirse hace difícil educar en valores.

 

Motivación para la educación en valores:

Una de las grandes verdades de la educación es que es mucho más fácil aprender cuando se está motivado. Despertar la curiosidad del alumno o poner en contexto las lecciones facilitan su aprendizaje.

Otra medida de motivación es el refuerzo positivo. Dar un reconocimiento a los alumnos aplicados puede ayudar a toda la clase a esforzarse. Por el contrario el refuerzo negativo puede crear confrontaciones con los alumnos y dañar su relación con el docente.

Este mismo principio debe aplicarse al educar en valores. No sólo en la clase de Valores Éticos, sino en todo momento.

Otra forma de motivar el aprendizaje es que el alumno vea la aplicación práctica de los conocimientos impartidos. Por ejemplo, mostrar lo útil que resulta saber inglés para navegar por Internet puede suponer un aliciente para los alumnos.

Este mismo principio es muy poderoso para educar en valores. Mostrar respeto hacia los alumnos y hacerles sentirse integrados es esencial para que entiendan la importancia de estos valores. Especialmente conseguir que los alumnos sean cívicos entre sí les ayudaría a entender los beneficios de vivir en sociedad.

 

 promover la educación en valores

 

 

Las emociones y la educación en valores:

Los docentes son seres humanos, es normal que enfrentarse a las dificultades de la enseñanza pueda hacerles sentir frustrados. Este sentimiento de estrés muchas veces acaba proyectándose en los alumnos.

En ocasiones los profesores culpan a los alumnos de no aprender al ritmo que se les exige. Esto puede hacer que los alumnos se sientan torpes y pierdan confianza en sí mismos. Muchas veces esto desemboca en problemas de conducta que dificultan aun más la formación.

Hay varias estrategias que pueden ayudar a prevenir esto. La primera sería la educación en inteligencia emocional. Así es como se conoce la habilidad de entender y controlar las emociones. Los jóvenes suelen tener más dificultades para controlar sus emociones, lo que puede traducirse en comportamientos conflictivos. Es más, si no aprenden a controlar sus emociones durante su infancia, éstas les dominaran en su vida adulta. Por eso es importante desarrollar la inteligencia emocional y la empatía. No sólo por parte de los alumnos sino también por parte de los docentes.

 

 procesos neurológicos

  

El proceso de aprendizaje es más diverso de lo que parece. Una de las cosas que frustra a los profesores es no entender por qué sus alumnos no aprenden. Especialmente si creen que la temática impartida es “sencilla” pueden tachar al alumno de perezoso. Algo que estos docentes ignoran es que el aprendizaje no funciona igual para todo el mundo. El aprendizaje es un proceso complejo en el que intervienen distintas áreas del cerebro. El proceso puede distinguirse en cuatro fases:

  • Actuar: Los alumnos activos buscan información novedosa.
  • Reflexionar: Los alumnos reflexivos buscan patrones en la nueva información.
  • Teorizar: Los alumnos teóricos buscan conclusiones lógicas de los conceptos asimilados.
  • Experimentar: Los alumnos pragmáticos se fían más de la experiencia y no la cuestionan.

Todos realizamos estos cuatro procesos para aprender. Sin embargo destacamos más en uno o dos de ellos y tenemos problemas con los demás. Por ejemplo, un alumno profundamente activo puede tener problemas al fijar conocimientos que requieran pararse a reflexionar.

El problema surge cuando un docente inconsciente de este fenómeno fuerza un sistema de explicaciones que el alumno no entiende. Sería como obligar a un zurdo a escribir con la mano derecha. Causaría frustración en docente y alumno y generaría rechazo mutuo y problemas de comportamiento.

Sería mucho más efectivo adaptar las explicaciones a las necesidades del alumno. Esto supone un esfuerzo añadido para el docente. Pero si el alumno percibe este esfuerzo su respeto hacia el profesor se verá reforzado. No sólo eso, los demás alumnos podrían ver que distintas personas tienen distintas necesidades. En ambos casos es bastante beneficioso para educar en valores.

 

La comunicación es la base de la educación:

Otra situación que puede malinterpretarse como dejadez por parte del alumno viene causada por problemas sensoriales. Niños con dificultades de audición, visión o con dislexia pueden tener dificultades para seguir las lecciones y desarrollar baja autoestima. Es importante la detección temprana de estas afecciones. Esto permitirá aplicar las medidas que estos alumnos necesitan para aprender.

Cada persona reacciona mejor o peor a distintos estímulos. Los alumnos con dislexia reaccionarán mejor a representaciones gráficas que a textos largos. Los alumnos con afecciones del espectro autista responderán mejor a estímulos integrados, etcétera. Para satisfacer estas necesidades especiales existen técnicas como las aulas multisensoriales donde los alumnos encuentran estímulos para todos sus sentidos.

 Aula multisensorial

 

 

Si ninguno de estos recursos da resultado el profesor debe plantarse preguntar directamente a los alumnos qué necesitan. La comunicación con los alumnos es esencial y permite identificar qué está fallando en el proceso formativo. Los alumnos pueden estar sobrecargados de tareas o estresados por los exámenes. Ser flexible y mostrar que el diálogo puede solucionar los problemas es otra forma de educar en valores.

Dicho esto, nos encantaría conocer vuestra opinión.

 

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