Ejercita la compasión y la franqueza
Una relación fría entre profesional y enfermo no beneficia a ninguna de las partes. El paciente debe ver en su doctor un ‘ángel de la guarda’, una persona de máxima confianza. Por eso el médico o enfermero ha de ser a veces un psicólogo que entienda la situación por la que está pasando la persona. Paciencia, empatía y amabilidad son esenciales para aliviarla mentalmente.
Comunicar y comprender en situaciones difíciles
Trasladar buenas noticias es una de las tareas más satisfactorias del profesional sanitario. Pero en ocasiones no es todo positivo. Dice un famoso refrán sobre medicina: “Curar a veces, aliviar a menudo y consolar siempre”. Y es que el profesional no sólo debe dedicarse a sanar, sino también debe ser mostrar su cara más humana ante el paciente o allegados a la hora de comunicar una noticia desagradable. Consolar de manera eficaz, en definitiva, es parte esencial de la profesión.
Nunca dejes de formarte
La medicina avanza constantemente y tú también debes avanzar con ella. Debes estar siempre al día con las nuevas técnicas, medicamentos y enfermedades. Para ello, puedes leer portales digitales donde informarte para estar al día con la actualidad médica, leer estudios científicos de universidades de prestigio o de profesionales de renombre o hacer cursos que aumenten tus competencias.
Tu disponibilidad es infinita
Ser sanitario no tiene horarios ni localizaciones. Lo eres sí o sí a cualquier hora y estés donde estés. Recuerda que el juramento médico obliga a cada profesional a comportarse como tal cuando la necesidad mande. Aunque no te encuentres en tu horario laboral, jamás dejes de atender a alguien que lo necesita.
La importancia del trabajo en equipo
Un paciente nunca debe sentirse solo y siempre debe sentirse arropado por un equipo de profesionales (médicos, anestesistas, enfermeras, etc.). El objetivo de todos y cada uno de ellos debe ser la salud y bien estar del enfermo. Aunar conocimientos y fuerzas es vital para logar el objetivo común. Así que, recuerda que nadie sobra en el proceso de curación, rehabilitación o tratamiento. De hecho, existe en medicina el principio de confianza, donde los profesionales confían los unos en los otros a la hora de atender correctamente a la misma persona.
No rendirse ante lo inexplicable
Si el diagnostico deja muchas dudas, jamás hay que darse por vencido. Aventurarse a iniciar un tratamiento sin saber qué está ocurriendo es uno de los mayores ‘pecados’ de un profesional sanitario. Ante lo inexplicable, indaga en el historial clínico de paciente o en el de su familia o busca información adicional que complemente en análisis inicial. Si el sanitario no está conforme con las primeras pruebas, puede hacer una reevaluación. Y, un consejo sabio y de sentido común: si no entiende nada, siempre puede preguntar a algún colega que pueda arrojar luz.
Siguiendo estos consejos, los pacientes agradecerán tu actitud y profesionalidad. Un simple "gracias", una sonrisa o una mirada de alivio del paciente son grandes recompensas para cualquier trabajador del sector Sanidad.